Joaquín Brotons: La soledad de la alegría

Joaquín Brotons: La soledad de la alegría

Bajo el título: «La soledad de la alegría» Ediciones Vitruvio ha publicado en su conocida, amplia y diversa colección: Baños del Carmen, nº 852 el poemario del escritor, editor, periodista, poeta y hombre de radio Juan Andrés Pastor, un tomo de 130 páginas que incluye un centenar de poemas escritos en poesía en prosa, en los que el autor nos demuestra su gran facilidad para versificar, dado que está enormemente bien dotado para dicho trabajo, que suele bordarlo, como lo demuestra en este tomo y cada día en la redes sociales, donde es muy activo y todas las mañanas nos saluda con un poema o una prosa poética, que suele acompañar de algunas de las fotos que él mismo realizada, ya que, también es un magnífico fotógrafo, que sabe captar la esencia de la imagen, el momento justo en el que se produce el juego de luces, que él vive como si de un sueño se tratase, como una sirena que lo abrazase en las profundidades de ese mar que él lleva dentro de sí, clavado como el ancla de su barco, que, a veces, en ocasiones, surca las encrespadas olas y otras se queda dormido en el viejo malecón de madera de su puerto de sueños inalcanzables, que nadan dentro de una gigantesca tinaja de vino tinto del que el vate es buen degustador, en las noches en las que el dorado néctar de Baco le hace recitar por las callejuelas dormidas durante siglos de su amada ciudad, en la que reside y comparte el vino y la amistad con juglares, pintores, músicos, actores y otras gentes llamadas de mal vivir, pero que viven como obispos de la Curia Romana, dado que, no hay nada mejor en la vida que dedicarte a lo que amas y además, verdaderamente te gusta, te reconforta espiritualmente.
EL LIBRO.
El conjunto de poemas que formar: «La soledad de la alegría» es espléndido, porque todos se salvan de la quema, algo bastante raro hoy en día, donde hay cada poetastro, que no sé cómo se atreven a dar a la luz de la imprenta sus garrapateados versos, que no pueden interesar a nadie, salvo a su propio creador, que suele ser mediocre e insoportablemente pedante. Claro, que ya lo pone Cervantes en boca de don Quijote: «Que no hay poeta que no sea arrogante y piense de sí que es el mayor poeta del mundo».
No es ese el caso del artífice del volumen que comento, que es un hombre honesto en su vida y en su obra, aunque le recuerdo que no olvide lo que decía Chéjov: «El camino del escritor, de principio a fin, está lleno de espinas, clavos y ortigas, y por eso una persona de sano juicio debe apartarse por todos los medios de la escritura».
BIENVENIDO
Bienvenido sea a la marabunta del mundillo literario- tan repleto de víboras venenosas que escupen su veneno contra todo aquel que destaque o saque los pies del tiesto…- este ejemplar dignamente editado del navarro con raíces manchegas Juan Andrés Pastor Almendros, un bardo, un lírico al que los dioses de la poesía han concedido el privilegio de expresarse divinamente tanto en prosa como en verso, como lo hace en esta su «soledad de la alegría» y en otros libros anteriores publicados, que fueron bien acogidos por la crítica especializada…
Y termino mi reseña con los versos finales de este virtuoso aedo, que cierran su poemario con el título de FIN:
«Llegará un momento en el que pensarás que todo ha terminado.
Ese será el principio».

Relacionado

Inicia un chat
¿Necesitas ayuda?
¡Hola!
¿En qué podemos ayudarte?