Joaquín Brotons: Poesía completa de García Baena

Joaquín Brotons: Poesía completa de García Baena

Por fin, tras un tiempo breve de espera, pero que se me ha hecho eterno, ya tengo entre mis manos esta joya única, que es el tomo 1º de la «Poesía Completa», de Pablo García Baena-posiblemente el mejor poeta en lengua castellana del pasado siglo y un amigo entrañable y nada pedante-algo raro en el gremio-, excelente persona y mentor de mi obra-, que, en edición de otro buen colega como es el escritor, editor y conocedor de los poetas y la obras del grupo Cántico, Rafael Inglada, y con una magnífica introducción de Juan Lamillar ha publicado la prestigiosa: «Editorial Renacimiento», en su Colección Calle del Aire, número 203.
El TOMO
El volumen, es realmente brillante y junto a los trabajos que de P. García Baena hicieron, en su día, los prestigiosos poetas y críticos: Luis Antonio de Villena, José Infante y Guillermo Carnero, entre otros, es de lo mejorcito que sobre el gran poeta andaluz-nacido en Córdoba- ha visto la luz, hasta el día de hoy. Esperemos, que salgan muchos más estudios sobre este grande de las letras españolas, que tan humilde fue durante toda larga su existencia, ya que murió casi centenario.
Bienvenido sea a las librerías está cuidada y mimada edición, que, en poco más de 400 páginas reúne los 10 libros publicados por PABLO, entre 1946 y 2006, junto a un interesante texto del citado R. Inglada, que se ha currado muy bien el estudio de la poesía de su-nuestro común amigo, uno de esos pocos poetas ante el que el autor de esta reseña se quita el sombrero, porque PABLO fue más que un poeta, fue: «El Poeta», como sus admirados paisanos andaluces: Cernuda, Aleixandre y Lorca.
Un lírico del que el conocido Guillermo Carnero, escribió: «Pablo García Baena es un poeta de obligado estudio en cualquier panorama de la poesía española de posguerra; su maestría, en el manejo del verso y de la palabra lo ponen a la altura de los grandes poetas españoles del siglo XX; es uno de los más claros vehículos de transmisión a las actuales promociones de la lección de la Generación del 27».
También, el reputado Luis A. de Villena, en la edición que Visor hizo en 1982 de la: «Poesía completa 1940-1980″, de PABLO, redactó: » He aquí un poeta puro. Un poeta entregado intelectualmente tan sólo a su misión. Un poeta que concibe clásicamente la poesía como un rapto. Como exaltación. Un poeta mago que transmuta en metal precioso cuanto toca.
P. García Baena es uno de los más grandes poetas de su generación y el mejor, sin duda, en su estilo».
Opiniones ambas que comparto en su totalidad y poco más puede añadir el abajo firmante a lo ya escrito por los reconocidos vates y críticos, salvo que, Carlos Ruiz Padilla -Conde de Casa Padilla- y el muy querido y admirado Pablo García Baena me bautizaron con el apelativo de: «El Cavafis de La Mancha», en una noche de alcohol, risas y jóvenes cuerpos de piel bronceada y torsos de mármol, en los bares «gays» de: «La Ciudad del Pecado», en aquellos años de vino y rosas…, que ya nunca volverán, como tampoco regresaran: Vicente Núñez, Julio Aumente, Juan Bernier, Pepito de Miguel, Rafael Pérez Estrada, Rafael Medina y tantos otros amigos de aquella época dorada de los años 70-80 y 90, cuando éramos más jóvenes y vivíamos intensamente la vida nocturna y su misterioso embrujo de luna, olas encrespadas y agua marina al amanecer.
CIERRE
Que los ángeles que tanto amó García Baena coronen con laurel y mirto este bellísimo tomo de la verdadera poesía de un bardo exquisito, raro, barroco… y que, durante muchos años estuvo olvidado, pero que, en su vejez tuvo el privilegio de gozar del reconocimiento que su obra siempre mereció: Premio Príncipe de Asturias de las Letras, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, Hijo Predilecto de Andalucía, Hijo Predilecto de Córdoba-su ciudad natal-, Hijo Adoptivo de Málaga, entre otros galardones, que nos dan idea del extraordinario literato que era PABLO, al que conocí en Torremolinos, en su tienda de anticuario, un año antes de que le otorgaran el Premio Príncipe de Asturias, que cambió radicalmente su vida, como él mismo reconocía.
A veces, en muy raras ocasiones, un poeta es reconocido en vida, que es el mayor honor que puede tener un bardo, dado que, lo normal en esta piel de toro ibérico llamada España, es dejar que se muera de asco y después de fallecido, los vivos…, los mismos que en vida le negaron el pan y la sal empiecen a reconocerle y a homenajearle y que, además, en la inmensa mayoría de los casos sólo sirve para que se adornen ellos, los vivos… y utilicen otra vez más al difunto versificador, al juglar, al trovador de sueños…, que vivió una vida de incomprensión y desidia, si tuvo la suerte de que no se ensañaron cainitamente con él o ella, que también es muy propio de este país del que el sevillano Luis Cernuda escribió: «Donde todo nace muerto y vive muerto»…

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