
La lentitud de la deriva, de Gallego Ripoll
Federico Gallego Ripoll, uno de los poetas más conocidos y premiados de Castilla-La Mancha, que conocí en los primeros años 70, en la centenaria cueva-bodega del grupo literario: «El Trascacho», en Valdepeñas, donde entre sus panzudas tinajas de barro y junto a una vieja cuba de vino él leía uno de sus poemas que fue premiado en la: «Cata del Vino Nuevo y Anochecer Poético», ha tenido el detalle y la amabilidad de enviarme un ejemplar dedicado de su cuaderno: «La lentitud de la deriva»-junto a un precioso dibujo, que compartiré mañana-, que ha publicado en su colección de cuadernos muy cuidados: «Mahalta ediciones», que lleva una foto del autor, que le hizo el gran fotógrafo Pepe J. Galanes e ilustraciones del propio Federico, que también es un extraordinario dibujante.
La publicación ha estado al cuidado del artífice de los poemas y de Francisco Caro, poeta y editor, que se mueve en el mundillo literario como pez en el agua. El librito tiene 27 poemas que prometo leer con el interés que me merece su obra poética y se abre con un poema titulado: «EL infierno es vivir», título, que hago mío.
Gracias, viejo colega Federico por tu detalle, que te agradezco de todo corazón. Un abrazo báquico y pongo punto final con unos versos que leíste en la citada cueva-bodega de mi amada: «Ciudad del Vino», hace más de 45 años y que creo recordar eran: «Éste tendón que tengo, me sobra y me lo quito»…