
Olor a vendimia
Hoy, cuando pasaba camino de mi casa por la puerta de esta bodega emblemática y centenaria, sita en la calle: Real con c/. Ánimas, un olor a mosto fermentando en sus viejas tinajas de barro me ha retrotraído a mis años de infancia y juventud, cuando toda Valdepeñas era un inmenso lagar, pero de aquellos años ya solo quedan los recuerdos, dado que las viejas bodegas han desaparecido en su mayoría del casco urbano de la: «Ciudad del Vino» y los grandes grupos vinateros están situados fueran del citado casco, en las afueras…, donde ese perfume no se percibe, ya que, las gigantescas bodegas elaboran en depósitos de acero inoxidable, donde todo se controla automáticamente y al estar cerrados herméticamente no huele a mosto fermentando tumultuosamente, un exquisito perfume embriagador…
OTROS TIREMPOS.
En fin, que los tiempos cambian y es inevitable luchar contra ellos, y ya apenas Valdepeñas huele a vendimia, a pisa… como hace años, cuando en mi ciudad natal, mi ínsula báquica todas su calles estaban impregnadas del olor dulzón del mosto báquico, que convertía en vino las doradas uvas de las viñas blancas y tintas de mi Atenas, mi Alejandría, mi ciudad-isla…
LOS RECUERDOS.
Aquella: «Ciudad del Vino» que recuerda y me emociona a mi padre, Francisco Brotons Gonzálvez, en la bodega familiar: «Sta. Pola», fundada en 1920 por mi abuelo Joaquín Brotons Fenoll, donde elaboraba los vinos blancos y tintos que tanto gustaban al eminente doctor don Gregorio Marañón, que fue cliente toda su vida de las bodegas: «Matías Brotons y Hermanos», continuando, tras su muerte, su viuda doña Dolores Moya, cuyos sobres para incluir las facturas los redactaba el autor de este texto en una de las máquinas de escribir: «Olivetti», que había en las oficinas de la empresa familiar, situadas en la calle: Virgen, 1, junto al viejo Mercado Municipal-nunca se debió derribar- y la Confitería: «El Águila», que eran los linderos en aquella época de los años 50-60-70 y 80, en esa otra Valdepeñas, que poco se parece a la actual, en la que ya apenas hay olor a vendimia en sus calles.