Opinión: Bodegas Sinforoso (1880)

Opinión: Bodegas Sinforoso (1880)

Para mi buen amigo Enrique Martín Peñasco.
Bonita, representativa y antigua etiqueta de las desaparecidas: «Bodegas Sinforoso»- bodega tradicional de tinajas de barro y cueva en la que envejecían sus vinos-, fueron fundadas en Valdepeñas, en 1880 por don Antolín López, que, posteriormente, pasaron a su hijo Sinforoso y de éste a su vástago Juan López-que era soltero y sin hijos-, siendo su último gerente y propietario el miembro de la cuarta generación y sobrino de Juan, mi viejo y entrañable amigo Enrique Martín Peñasco López, uno de los hombres que más ha luchado por el prestigio del vino de Valdepeñas y su denominación de origen, dado que, entre otros cargos fue Presidente del citado Consejo, socio co-fundador y gerente de: «Bodegas Videva» y presidente y fundador de la: «Cofradía de los Mayorales del Vino de Valdepeñas», que hizo muy buena labor nombrado «Mayorales» y «Mayorales Honor» a personalidades importantes de diferentes ambientes: Cultura, Vino, política… entre los que cabe destacar la eminente mujer María Isabel Mijares, el Presidente de la Junta de Comunidades José Bono y mi primo-hermano Antonio Brotons Sánchez, que fue Cronista oficial de Valdepeñas, enólogo, gerente y secretario del consejo de administración de las bodegas familiares: «Matías Brotons, S.A», fundas por nuestro abuelo Joaquín Brotons Fenoll, bajo el nombre de: «Bodegas Sta. Pola».
También el autor de este texto fue nombrado: «Mayoral», pero no de Honor, que ese nombramiento era para gente más importante que este poeta, que se quedó a vivir en su ciudad natal: Valdepeñas, su Atenas, su Alejandría, su ínsula báquica, su ciudad-isla…
CALLE DEL CRISTO.
Las bodegas de: «Sinforoso», que es como vulgarmente eran conocidas en la «Ciudad del Vino»-mi pueblo-, estuvieron situadas al final de la calle: Cristo o Francisco Morales, fueron muy importantes en su tiempo-tenían 8 trabajadores fijos más los eventuales, que venían a «echar una mano» y también a tomarse uno vasos de vino – y llegaron a vender 100.000 arrobas de vino al año -la arroba de líquidos son 16 litros, así que, el avispado lector que haga la cuenta, si le interesa saber la totalidad-; vino que, en su mayoría era envasado en cubas de madera, aunque años después ya se comenzó a embotellar en botellas de 1 litro y de 3/4, que comercializaba en Andalucía, especialmente en Jaén y provincia, donde tenía depósito, como otras bodegas fundamentales de aquellos tiempos: Morenito, Calatayud, Carmelo Madrid, Brotons…, en aquellos años de esplendor para el vino de Valdepeñas, que se escanciaba en los bares, tabernas, mesones, figones, casas de comidas… de toda España y también se exportaba al extranjero, aunque menos que actualmente, ya que, el mayor mercado de los Valdepeñas está ahora en el extranjero, hasta el extremo de que los grandes grupos vinateros de la patria chica de Gregorio Prieto, Juan Alcaide y Francisco Nieva ya exportan a más de 120 países-léase: Félix Solís y «Bodegas Los Llanos»-.
LA VIEJA BODEGA.
En 1988 las emblemáticas bodegas: «Sinforoso» pasaron a la denominación de: «La Vieja Bodega», que estuvieron abiertas como Museo y venta de vinos de calidad unos años, pero eso ya es otra historia y larga y compleja de contar…
Gracias a mi ya citado colega Enrique Martín Peñasco, que ha tenido la amabilidad de regarme la etiqueta que ilustra el artículo y otras cuantas más de diferentes bodegas y, también me ha facilitado la información necesaria para redactar esta crónica de la historia del vino de Valdepeñas y de una de sus bodegas más emblemáticas y centenarias.

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