Opinión: Luis Ibáñez: Maestro de música, de Tomás Megía
Mi más sincera enhorabuena
al Consistorio de la: «Ciudad del Vino»-mi patria chica- por sacar a la luz esta joya, y a su artífice, mi colega Tomás Megía Ruiz- Flores, que tiene un corazón como una «tenaja» de barro de las de 600 arrobas, como las que había en la bodega de mi padre y mis tíos: «Bodegas de Matías Brotons y Hermanos», fundadas en 1920 por mis abuelos Joaquín Brotons Fenoll e Isabel Gonzálvez Vives, en las que trabajamos cuatro generaciones, incluido el autor de esta reseña, que recuerda el entierro de Luis Ibáñez Fernández: Maestro de Música, cuando salió el cadáver de su casa en la calle: Principal-posteriormente: Maestro Ibáñez-camino de la parroquia de la Iglesia de la Asunción, mientras la banda de música de Valdepeñas, que él había creado y dirigido tocaba una marcha, que yo escuché emocionado siendo un niño terriblemente tímido, que se aferraba a la mano de mi querida madre, que, en gloria este.