Arias Cañete , Antonio Espinosa y Pedro Barato
Se nos fue Antonio Espinosa Poveda: 102 años de la viva historia de Valdepeñas
ÁNGEL LÓPEZ SÁNCHEZ
Dedicó su vida a la defensa del mundo de la agricultura.
El pasado sábado fallecía en la casa familiar de una de sus hijas en Toledo, el conocido industrial valdepeñero Antonio Espinosa Poveda, cuando contaba 102 años de edad.
Tras ser velados sus restos en el tanatorio de la carretera de San Carlos, en la mañana del lunes fue oficiaba la misa de corpore insepulto en la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora, y una vez que la familia recibió sus condolencias, sus restos fueron inhumados en el patio de “San José” del cementerio municipal “Nuestra Señora de Consolación”, de Valdepeñas.
Se nos ha ido por tanto una parte muy importante de la historia viva de Valdepeñas, un paisano al que libros, caminos y días le dieron mucha sabiduría.
Dios le concedió una capacidad de trabajo inmensa, además tuvo una personalidad arrolladora y con una inteligencia digna de encomio, y sobre todo unas ganas de vivir impresionantes.
Antonio Espinosa Poveda, fue uno de los fundadores de la Organización ASAJA, siendo también presidente de la Cámara Agraria de Valdepeñas.
Siempre estuvo ligado a la agricultura y a la comercialización de productos como cebada y vino, sin olvidar su más que centenaria “Droguería Espinosa”, en plena calle Escuelas.
Su pertenencia a las organizaciones agrarias, le permitió tratar con diversos ministros del ramo, caso de Martínez de Echenique, Jaime Lamo de Espinosa o Carlos Romero, aunque sentía especial admiración por quien ostentó la cartera de Agricultura, Miguel Arias Cañete, con el que aparece en la fotografía de Antonio López junto a Pedro Barato, durante un homenaje que le tributó ASAJA en Ciudad Real, y que tuve la satisfacción de presentar.
De su vitalidad, de su ímpetu y de la claridad de ideas podría estar escribiendo páginas y páginas, pero solo indicarles que madrugaba para visitar sus terrenos y marcar la pauta del trabajo a realizar. Se levantaba a las 7:30 de la mañana y se iba a descansar a las 12 de la noche, tras asistir a misa, compartir unos momentos con su grupo de amigos y una cena cortita.
En Valdepeñas ha contado con grandes explotaciones de viñedo, cereal y olivares, de las que seguía llevando su gestión.
Defino a Antonio Espinosa, como una institución en el mundo de la agricultura, además que ha estado plenamente activo hasta prácticamente a última hora.
Hasta hace aproximadamente dos meses, tuve conversaciones telefónicas diarias, en las que se interesaba por la lluvia registrada, por la situación de la pandemia, por saber si “El Penalty” y “El Primi” estaban abiertos, y se había arreglado el techo de la parroquia de la Asunción a la que iba a diario antes de marcharse al cuidado y compañía de sus hijas, y me preguntaba por el alcalde, y quería saber si había muerto algún conocido, y además se mostraba con unos conocimientos de primera línea informativa.
Su pregunta tras descolgar el teléfono siempre la misma ¿Alguna novedad?.
Recuerdo una noche que me llamó para decirme que había dimitido el presidente de la Denominación de Origen, noticia que apenas si había trascendido en Valdepeñas.
Cuando llegó la pandemia fue alternando estancias con sus hijas en Madrid y Toledo.
Aunque con muchas ganas por regresar a Valdepeñas, ya lo ha hecho en el viaje eterno.
A su amplia familia, a sus 4 hijos e hijas, a su docena de nietos, a sus cerca de 20 biznietos y al resto de la familia, mis condolencias sinceras y sentidas.
Me acordaré mucho de Antonio Espinosa Poveda, que tenía otra virtud (eran tantas), la de ser muy breve en sus conversaciones telefónicas.
Seguro estoy, que la Virgen de Consolación la habrá acogido bajo su manto para presentarlo ante el Altísimo.